El semanario VOZ contactó al director de Tribuna Popular y
miembro del Buró Político del Partido Comunista de Venezuela, Carlos
Aquino, para conocer su balance de los recientes resultados electorales,
que aumentaron las contradicciones con la derecha recalcitrante,
financiada y estimulada desde el exterior
Carlos A. Lozano Guillén
La República Bolivariana de Venezuela está en la encrucijada. Las
elecciones presidenciales del pasado 14 de abril, tras el fallecimiento
del comandante Hugo Rafael Chávez Frías, en las que fue incuestionable
la victoria del candidato socialista, Nicolás Maduro, exacerbaron las
contradicciones con la derecha recalcitrante, representada por el
candidato derrotado, Henrique Capriles, aupada y financiada desde el
exterior. No es clandestina la actuación descarada de Washington para
destruir la revolución bolivariana de marcada influencia en América
Latina. Lo hizo también en las elecciones del 7 de octubre, cuando el
comandante Hugo Rafael Chávez Frías, agobiado ya por el cáncer, lo
derrotó de manera contundente y sin mayor esfuerzo, como también –y con
mayor razón- en las del pasado 14 de abril, cuando Nicolás Maduro superó
a Capriles por algo más de 200 mil votos.
Así que la conspiración y la intentona golpista no es nueva. Es la
aspiración del imperio yanqui desde cuando emergió en la Venezuela
bolivariana la figura carismática y digna del comandante Hugo Rafael
Chávez. No se puede olvidar el fallido golpe de 2002, derrotado gracias a
la movilización popular y a la firmeza del chavismo y de las fuerzas
patrióticas, saludado con anticipación en Washington y Bogotá. Pedro
Carmona, el criminal golpista, con quien colaboró Capriles, recibió el
asilo político por decisión del presidente Andrés Pastrana, el mismo que
ahora llama a desconocer el triunfo de Maduro.
Un riguroso balance
La historia es como es y no como pretenden contarla o ignorarla los
analistas de la derecha y de la “gran prensa”, que hace esfuerzos
infames para desprestigiar a la revolución bolivariana. Creyeron que era
fácil derrotarla. “Maduro no es Chávez”, decían. Al tiempo que los
gacetilleros de todos los pelambres lo insultan y subestiman en sus
enormes capacidades, acumuladas en años de dirigente sindical y de
canciller bolivariano de la dignidad.
Sin embargo, los resultados electorales deben tener lecturas ciertas.
No todo se explica en la conspiración golpista. Hay errores e
insuficiencias que se deben modificar. Es la tarea de los
revolucionarios venezolanos y así lo ha reconocido el presidente Maduro.
Lo hace también nuestro entrevistado, Carlos Aquino, director de
Tribuna Popular y dirigente comunista, cuyo partido es integrante del
Polo Patriótico.
Con toda razón, dice Aquino, hay que construir una nueva correlación
de fuerzas, porque la campaña golpista y desestabilizadora continuará
por largo tiempo. Lo demuestra la actitud provocadora de la Casa Blanca
ante los resultados concretos de la votación. La pelea se gana pero con
el pueblo, con el amplio respaldo de las masas. Fue la clave para todas
las victorias bolivarianas en vida de Hugo Rafael Chávez Frías, quien
demostró enorme capacidad y carisma para conducir al pueblo.
Importancia de la elección
–¿Qué lectura hace el PCV de las elecciones recientes y de la
victoria estrecha de Nicolás Maduro sobre el candidato opositor y de la
derecha, Henrique Capriles?
–En primer lugar, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) resalta la
importancia de que la elección presidencial del pasado 14 de abril se
realizó con una participación cercana al 80% de los venezolanos con
derecho a votar, y que luego de 14 años de proceso bolivariano la opción
de las fuerzas revolucionarias ganó con el apoyo de más del 50% de los
votos, resultando electo Nicolás Maduro. Hay que recordar que en la
historia republicana de las últimas décadas del siglo XX, en Venezuela
hubo presidentes electos con el 29% de los votos y menos del 1% de
ventaja.
Esta elección del 14-A no solamente cumplió con todos los parámetros
establecidos en la legislación venezolana, sino que además contó con
presencia de representantes del comando de campaña opositor incluso en
la totalidad de las 39.018 mesas de votación. Por ende, la legitimidad
del presidente Maduro es incuestionable. Es cierto que la diferencia por
la que se ganó en esta ocasión es la menor de las elecciones
presidenciales en los últimos tres lustros, y entendemos que la
explicación de los resultados está dada por razones multifactoriales,
por lo que todavía continuamos analizándola en el PCV.
Pero hay que puntualizar que del aumento de poco más de 700 mil votos
de la candidatura de la derecha, matemática y políticamente es
comprobable que más de 200 mil provienen de votos que en el pasado 7 de
octubre fueron “nulos” y de “otras candidaturas”. De los restantes cerca
de 480 mil votos que aumentó, seguramente una parte sea del denominado
“voto castigo”, como expresión de un sector de la población ante errores
y deficiencias gubernamentales, acumulados y coyunturales,
especialmente en el impacto negativo de políticas económicas en el poder
adquisitivo del pueblo.
Adicionalmente, se encuentra la reducción con respecto al 7-O (7 de
octubre) de votos por la alianza identificada con el proceso
revolucionario, ubicada en poco más de 600 mil votos, lo cual está
vinculado –entre otros factores, al menos en el caso del PCV–, a
“abstención castigo”, tomando en cuenta que sectores principalmente de
trabajadores, por distintas razones, no asumieron la importancia de
darle continuidad al proceso y a la búsqueda de su profundización
revolucionaria, sino que pasaron factura a una política laboral que no
les ha dado respuestas satisfactorias.
Por todo ello, el PCV ha planteado la necesidad de un profundo
análisis autocrítico entre las organizaciones políticas y sociales junto
al gobierno nacional, para impulsar colectivamente el conjunto de
correctivos con el pueblo trabajador como protagonista.
Estrategia de la derecha
–¿El desconocimiento de los resultados electorales por parte
de Capriles es la reacción de un “mal perdedor” o es un plan
preconcebido y que estaba preparado?
–A lo largo de los últimos 14 años, ante la pérdida progresiva de sus
históricos privilegios, la gran burguesía de nuestro país, que es la
derecha proimperialista venezolana, ha mantenido una sola estrategia:
derrotar al gobierno bolivariano y a las fuerzas patrióticas. Para ello,
ha impulsado diferentes tácticas, pasando por el golpe de Estado,
acciones de desestabilización, pretensión de deslegitimar las
instituciones del Estado venezolano, intentos por crear un ficticio
expediente de vinculación del Gobierno con el narcotráfico, supuestas
violaciones a los derechos humanos, etcétera. Para todo lo cual ha
contado con el apoyo material y diplomático del imperialismo
norteamericano y de la Unión Europea, además de una formidable
estructura mediática nacional e internacional a su servicio.
Tenemos claro que la burguesía no actúa de manera emotiva o visceral
sino con base en una planificación y análisis de escenarios. Es decir:
el desconocimiento de los resultados electorales no es una decisión de
Capriles y menos la reacción de un “mal perdedor”.
Están aprovechando lo relativamente estrecho del resultado –en
comparación, como decíamos, con recientes elecciones presidenciales–
para calentar la calle y buscar sacarle el mayor beneficio posible al
saldo político de su votación, con el objetivo de generar un estado de
inestabilidad e ingobernabilidad, basados en la supuesta ilegitimidad
del presidente Maduro, que les permita aplicar las “fórmulas” de las
denominadas “revoluciones de colores” de los años 90 o más recientemente
del Medio Oriente y el norte de África.
Reconocer errores
–El presidente Nicolás Maduro habló el pasado domingo,
después de conocida su victoria, de la necesidad de rectificar algunas
cosas. ¿En qué aspectos se debe rectificar?
–El PCV ha hecho diversos señalamientos sobre deficiencias y errores
cometidos en la gestión de gobierno y en las políticas de Estado, y
muchas de ellas las sistematizamos en la línea política que discutimos y
aprobamos en nuestro 14º Congreso, en agosto de 2011. En materia
económica explicamos que el modelo de capitalismo dependiente, rentista e
improductivo no sólo seguía vigente sino que en algunos sentidos se
había fortalecido, y que el Estado venezolano seguía siendo “altamente
ineficiente, con graves niveles de desorden e improvisación, sin
procedimientos claros y estables, sin planificación eficaz”.
Manifestamos también que las estatizaciones de empresas –siendo
avances frente a la propiedad privada monopólica sobre los medios de
producción– no alteraban de manera significativa el orden económico
dominante, y que se realizaban “generalmente por un método burocrático y
administrativo, sin el protagonismo de los trabajadores organizados”.
Sobre una de las banderas del gobierno, el llamado “Poder Popular”,
criticamos “la conceptualización dominante (…), pues en la actualidad se
lo reduce a una instancia circunscrita al nivel inferior del
organigrama de la república, se lo convierte en la práctica en una nueva
instancia del Estado con posibilidades muy restringidas (…) y, al
subordinarlo a éste, se lo priva de su potencial genuinamente
revolucionario”.
Señalamos también que desde el 2007 “comenzó un lento pero incesante
proceso de debilitamiento relativo del apoyo popular al gobierno”, y que
era “necesario reorientar revolucionariamente el proceso para corregir
los graves vicios y desviaciones que han surgido en todos los niveles de
gobierno, y que han deteriorado su credibilidad y debilitado el
entusiasmo del apoyo popular: el despilfarro, el burocratismo, el
nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría
social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el
asistencialismo como método para ganarse la voluntad inmediata de las
masas de manera clientelar, sin crear en ellas la conciencia de clase
que las comprometa en las tareas de la revolución”.
Varios de estos temas los conversamos directamente con el presidente
Maduro en una reunión que tuvo con nuestro Buró Político, el pasado 10
de marzo, cuando asistió a la 12ª Conferencia Nacional del PCV, además
de que también los incluyó en sus discursos de la campaña electoral, por
lo que tenemos la expectativa de que se impulsen los correctivos
necesarios.
Acumular fuerzas
–¿Qué viene ahora después de la juramentación de Maduro? ¿Es
de largo aliento la conspiración derechista que busca desestabilizar el
proceso?
–En el PCV tenemos claro que la conspiración derechista no cesará
hasta que no se logre una poderosa, organizada y consciente hegemonía de
las fuerzas consecuentemente revolucionarias; e, incluso, en esa
circunstancia, continuarán las agresiones y conspiraciones
internacionales por parte del imperialismo. Para tener claridad de esto,
ahí tenemos el ejemplo de la Cuba socialista, permanentemente asediada a
lo largo de 54 años de una profunda y genuina revolución.
Lo que viene ahora es avanzar en el objetivo fundamental de producir
una consistente y acelerada acumulación de fuerzas del movimiento obrero
y popular, que forje una nueva correlación de fuerzas para la
profundización del actual proceso de cambios, para quebrar
revolucionariamente la columna vertebral del sistema capitalista en la
perspectiva de la edificación del socialismo. Para ello, tenemos el reto
de lograr articular una expresión orgánica de la alianza
antiimperialista como instancia política unitaria, no restringida al
ámbito electoral, con dirección colectiva, que estimule y promueva la
discusión política de fondo, y se caracterice por una dinámica que
respete la diversidad y favorezca la participación.
Y un eje central inmediato está, como reafirmamos, en la corrección
de las deficiencias y errores, con papel protagónico del pueblo
trabajador.
–¿En qué momento se encuentra el proceso revolucionario bolivariano y cuál es el compromiso del PCV con el mismo?
–El compromiso del PCV, como reflejo de las necesidades del pueblo y
de la revolución venezolana, está definido por incrementar nuestros
esfuerzos –como organización clasista revolucionaria, autónoma, crítica y
propositiva– para lograr que la clase obrera y el pueblo trabajador
asuman un papel efectivamente revolucionario, por lo que nuestro 14º
Congreso trazó que es imprescindible resolver tres aspectos
fundamentales: conciencia, organización y unidad:
“Conciencia de clase, para asumir la lucha de clases como
determinante de los cambios revolucionarios y a la clase obrera como
sujeto histórico de la revolución socialista (…). Organización y unidad
del movimiento obrero y popular, con independencia de clase, para la
lucha social y política revolucionaria por la construcción de un nuevo
Estado democrático-popular revolucionario, basado en el Poder Popular, y
el establecimiento de relaciones socialistas de producción. (…) de allí
la importancia de derrotar la pretensión de colocar a las
organizaciones de masas bajo el control de la burocracia estatal y de
las tendencias que hegemonizan el proceso”.
La proyección de desarrollo de la actual fase del proceso
revolucionario venezolano –y las posibilidades de abrir cauces a la
perspectiva socialista– están en dependencia de que construyamos una
nueva correlación de fuerzas favorable a la clase obrera y al pueblo
trabajador en general. Eso condensa el compromiso público del PCV, y que
impulsaremos en nuestro accionar político y de masas, ideológico y
organizativo.
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