miércoles, 8 de mayo de 2013

Venezuela: “Hay que construir una nueva correlación de fuerzas”


El semanario VOZ contactó al director de Tribuna Popular y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Venezuela, Carlos Aquino, para conocer su balance de los recientes resultados electorales, que aumentaron las contradicciones con la derecha recalcitrante, financiada y estimulada desde el exterior
Carlos Aquino, director de Tribuna Popular y dirigente del PCV
Carlos Aquino, director de Tribuna Popular y dirigente del PCV

Carlos A. Lozano Guillén
La República Bolivariana de Venezuela está en la encrucijada. Las elecciones presidenciales del pasado 14 de abril, tras el fallecimiento del comandante Hugo Rafael Chávez Frías, en las que fue incuestionable la victoria del candidato socialista, Nicolás Maduro, exacerbaron las contradicciones con la derecha recalcitrante, representada por el candidato derrotado, Henrique Capriles, aupada y financiada desde el exterior. No es clandestina la actuación descarada de Washington para destruir la revolución bolivariana de marcada influencia en América Latina. Lo hizo también en las elecciones del 7 de octubre, cuando el comandante Hugo Rafael Chávez Frías, agobiado ya por el cáncer, lo derrotó de manera contundente y sin mayor esfuerzo, como también –y con mayor razón- en las del pasado 14 de abril, cuando Nicolás Maduro superó a Capriles por algo más de 200 mil votos.

Así que la conspiración y la intentona golpista no es nueva. Es la aspiración del imperio yanqui desde cuando emergió en la Venezuela bolivariana la figura carismática y digna del comandante Hugo Rafael Chávez. No se puede olvidar el fallido golpe de 2002, derrotado gracias a la movilización popular y a la firmeza del chavismo y de las fuerzas patrióticas, saludado con anticipación en Washington y Bogotá. Pedro Carmona, el criminal golpista, con quien colaboró Capriles, recibió el asilo político por decisión del presidente Andrés Pastrana, el mismo que ahora llama a desconocer el triunfo de Maduro.

Un riguroso balance

La historia es como es y no como pretenden contarla o ignorarla los analistas de la derecha y de la “gran prensa”, que hace esfuerzos infames para desprestigiar a la revolución bolivariana. Creyeron que era fácil derrotarla. “Maduro no es Chávez”, decían. Al tiempo que los gacetilleros de todos los pelambres lo insultan y subestiman en sus enormes capacidades, acumuladas en años de dirigente sindical y de canciller bolivariano de la dignidad.

Sin embargo, los resultados electorales deben tener lecturas ciertas. No todo se explica en la conspiración golpista. Hay errores e insuficiencias que se deben modificar. Es la tarea de los revolucionarios venezolanos y así lo ha reconocido el presidente Maduro. Lo hace también nuestro entrevistado, Carlos Aquino, director de Tribuna Popular y dirigente comunista, cuyo partido es integrante del Polo Patriótico.

Con toda razón, dice Aquino, hay que construir una nueva correlación de fuerzas, porque la campaña golpista y desestabilizadora continuará por largo tiempo. Lo demuestra la actitud provocadora de la Casa Blanca ante los resultados concretos de la votación. La pelea se gana pero con el pueblo, con el amplio respaldo de las masas. Fue la clave para todas las victorias bolivarianas en vida de Hugo Rafael Chávez Frías, quien demostró enorme capacidad y carisma para conducir al pueblo.

Importancia de la elección

–¿Qué lectura hace el PCV de las elecciones recientes y de la victoria estrecha de Nicolás Maduro sobre el candidato opositor y de la derecha, Henrique Capriles?
–En primer lugar, el Partido Comunista de Venezuela (PCV) resalta la importancia de que la elección presidencial del pasado 14 de abril se realizó con una participación cercana al 80% de los venezolanos con derecho a votar, y que luego de 14 años de proceso bolivariano la opción de las fuerzas revolucionarias ganó con el apoyo de más del 50% de los votos, resultando electo Nicolás Maduro. Hay que recordar que en la historia republicana de las últimas décadas del siglo XX, en Venezuela hubo presidentes electos con el 29% de los votos y menos del 1% de ventaja.

Esta elección del 14-A no solamente cumplió con todos los parámetros establecidos en la legislación venezolana, sino que además contó con presencia de representantes del comando de campaña opositor incluso en la totalidad de las 39.018 mesas de votación. Por ende, la legitimidad del presidente Maduro es incuestionable. Es cierto que la diferencia por la que se ganó en esta ocasión es la menor de las elecciones presidenciales en los últimos tres lustros, y entendemos que la explicación de los resultados está dada por razones multifactoriales, por lo que todavía continuamos analizándola en el PCV.

Pero hay que puntualizar que del aumento de poco más de 700 mil votos de la candidatura de la derecha, matemática y políticamente es comprobable que más de 200 mil provienen de votos que en el pasado 7 de octubre fueron “nulos” y de “otras candidaturas”. De los restantes cerca de 480 mil votos que aumentó, seguramente una parte sea del denominado “voto castigo”, como expresión de un sector de la población ante errores y deficiencias gubernamentales, acumulados y coyunturales, especialmente en el impacto negativo de políticas económicas en el poder adquisitivo del pueblo.

Adicionalmente, se encuentra la reducción con respecto al 7-O (7 de octubre) de votos por la alianza identificada con el proceso revolucionario, ubicada en poco más de 600 mil votos, lo cual está vinculado –entre otros factores, al menos en el caso del PCV–, a “abstención castigo”, tomando en cuenta que sectores principalmente de trabajadores, por distintas razones, no asumieron la importancia de darle continuidad al proceso y a la búsqueda de su profundización revolucionaria, sino que pasaron factura a una política laboral que no les ha dado respuestas satisfactorias.

Por todo ello, el PCV ha planteado la necesidad de un profundo análisis autocrítico entre las organizaciones políticas y sociales junto al gobierno nacional, para impulsar colectivamente el conjunto de correctivos con el pueblo trabajador como protagonista.

Estrategia de la derecha

–¿El desconocimiento de los resultados electorales por parte de Capriles es la reacción de un “mal perdedor” o es un plan preconcebido y que estaba preparado?
–A lo largo de los últimos 14 años, ante la pérdida progresiva de sus históricos privilegios, la gran burguesía de nuestro país, que es la derecha proimperialista venezolana, ha mantenido una sola estrategia: derrotar al gobierno bolivariano y a las fuerzas patrióticas. Para ello, ha impulsado diferentes tácticas, pasando por el golpe de Estado, acciones de desestabilización, pretensión de deslegitimar las instituciones del Estado venezolano, intentos por crear un ficticio expediente de vinculación del Gobierno con el narcotráfico, supuestas violaciones a los derechos humanos, etcétera. Para todo lo cual ha contado con el apoyo material y diplomático del imperialismo norteamericano y de la Unión Europea, además de una formidable estructura mediática nacional e internacional a su servicio.

Tenemos claro que la burguesía no actúa de manera emotiva o visceral sino con base en una planificación y análisis de escenarios. Es decir: el desconocimiento de los resultados electorales no es una decisión de Capriles y menos la reacción de un “mal perdedor”.

Están aprovechando lo relativamente estrecho del resultado –en comparación, como decíamos, con recientes elecciones presidenciales– para calentar la calle y buscar sacarle el mayor beneficio posible al saldo político de su votación, con el objetivo de generar un estado de inestabilidad e ingobernabilidad, basados en la supuesta ilegitimidad del presidente Maduro, que les permita aplicar las “fórmulas” de las denominadas “revoluciones de colores” de los años 90 o más recientemente del Medio Oriente y el norte de África.

Reconocer errores

–El presidente Nicolás Maduro habló el pasado domingo, después de conocida su victoria, de la necesidad de rectificar algunas cosas. ¿En qué aspectos se debe rectificar?
–El PCV ha hecho diversos señalamientos sobre deficiencias y errores cometidos en la gestión de gobierno y en las políticas de Estado, y muchas de ellas las sistematizamos en la línea política que discutimos y aprobamos en nuestro 14º Congreso, en agosto de 2011. En materia económica explicamos que el modelo de capitalismo dependiente, rentista e improductivo no sólo seguía vigente sino que en algunos sentidos se había fortalecido, y que el Estado venezolano seguía siendo “altamente ineficiente, con graves niveles de desorden e improvisación, sin procedimientos claros y estables, sin planificación eficaz”.

Manifestamos también que las estatizaciones de empresas –siendo avances frente a la propiedad privada monopólica sobre los medios de producción– no alteraban de manera significativa el orden económico dominante, y que se realizaban “generalmente por un método burocrático y administrativo, sin el protagonismo de los trabajadores organizados”.
Sobre una de las banderas del gobierno, el llamado “Poder Popular”, criticamos “la conceptualización dominante (…), pues en la actualidad se lo reduce a una instancia circunscrita al nivel inferior del organigrama de la república, se lo convierte en la práctica en una nueva instancia del Estado con posibilidades muy restringidas (…) y, al subordinarlo a éste, se lo priva de su potencial genuinamente revolucionario”.

Señalamos también que desde el 2007 “comenzó un lento pero incesante proceso de debilitamiento relativo del apoyo popular al gobierno”, y que era “necesario reorientar revolucionariamente el proceso para corregir los graves vicios y desviaciones que han surgido en todos los niveles de gobierno, y que han deteriorado su credibilidad y debilitado el entusiasmo del apoyo popular: el despilfarro, el burocratismo, el nepotismo, la corrupción, la carencia de eficaz control y contraloría social, la falta de planificación centralizada de la economía, y el asistencialismo como método para ganarse la voluntad inmediata de las masas de manera clientelar, sin crear en ellas la conciencia de clase que las comprometa en las tareas de la revolución”.

Varios de estos temas los conversamos directamente con el presidente Maduro en una reunión que tuvo con nuestro Buró Político, el pasado 10 de marzo, cuando asistió a la 12ª Conferencia Nacional del PCV, además de que también los incluyó en sus discursos de la campaña electoral, por lo que tenemos la expectativa de que se impulsen los correctivos necesarios.

Acumular fuerzas

–¿Qué viene ahora después de la juramentación de Maduro? ¿Es de largo aliento la conspiración derechista que busca desestabilizar el proceso?
–En el PCV tenemos claro que la conspiración derechista no cesará hasta que no se logre una poderosa, organizada y consciente hegemonía de las fuerzas consecuentemente revolucionarias; e, incluso, en esa circunstancia, continuarán las agresiones y conspiraciones internacionales por parte del imperialismo. Para tener claridad de esto, ahí tenemos el ejemplo de la Cuba socialista, permanentemente asediada a lo largo de 54 años de una profunda y genuina revolución.

Lo que viene ahora es avanzar en el objetivo fundamental de producir una consistente y acelerada acumulación de fuerzas del movimiento obrero y popular, que forje una nueva correlación de fuerzas para la profundización del actual proceso de cambios, para quebrar revolucionariamente la columna vertebral del sistema capitalista en la perspectiva de la edificación del socialismo. Para ello, tenemos el reto de lograr articular una expresión orgánica de la alianza antiimperialista como instancia política unitaria, no restringida al ámbito electoral, con dirección colectiva, que estimule y promueva la discusión política de fondo, y se caracterice por una dinámica que respete la diversidad y favorezca la participación.

Y un eje central inmediato está, como reafirmamos, en la corrección de las deficiencias y errores, con papel protagónico del pueblo trabajador.

–¿En qué momento se encuentra el proceso revolucionario bolivariano y cuál es el compromiso del PCV con el mismo?
–El compromiso del PCV, como reflejo de las necesidades del pueblo y de la revolución venezolana, está definido por incrementar nuestros esfuerzos –como organización clasista revolucionaria, autónoma, crítica y propositiva– para lograr que la clase obrera y el pueblo trabajador asuman un papel efectivamente revolucionario, por lo que nuestro 14º Congreso trazó que es imprescindible resolver tres aspectos fundamentales: conciencia, organización y unidad:
“Conciencia de clase, para asumir la lucha de clases como determinante de los cambios revolucionarios y a la clase obrera como sujeto histórico de la revolución socialista (…). Organización y unidad del movimiento obrero y popular, con independencia de clase, para la lucha social y política revolucionaria por la construcción de un nuevo Estado democrático-popular revolucionario, basado en el Poder Popular, y el establecimiento de relaciones socialistas de producción. (…) de allí la importancia de derrotar la pretensión de colocar a las organizaciones de masas bajo el control de la burocracia estatal y de las tendencias que hegemonizan el proceso”.

La proyección de desarrollo de la actual fase del proceso revolucionario venezolano –y las posibilidades de abrir cauces a la perspectiva socialista– están en dependencia de que construyamos una nueva correlación de fuerzas favorable a la clase obrera y al pueblo trabajador en general. Eso condensa el compromiso público del PCV, y que impulsaremos en nuestro accionar político y de masas, ideológico y organizativo.

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